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Coliflor: nutritiva y deliciosa (a pesar de su olor)

Es probable que la coliflor no esté en el ‘top’ de alimentos o comidas que te cautiven por su olor cuando las cocinas. De hecho es una de las pocas pegas que tiene esta hortaliza, ya que sus propiendas nutricionales y suave sabor compensa con creces tener que ventilar la cocina.

Este inconveniente tiene fácil solución y depende principalmente del tiempo de cocción. Cuanto más tiempo, peor olerá. Esto se debe a unos compuestos de la coliflor que reaccionan al cocerlos (como el sulforafano, también presente en el brócoli) y se liberan en forma de sulfuros (ácido sulfhídrico). Su emisión se duplica a partir del minuto 6 de cocción.

Otros trucos para rebajar el olor de la coliflor son añadir un chorrito de leche, vinagre, limón o bicarbonato de sodio al agua de cocción. También se puede cocer junto a una patata o una manzana verde cortada en trozos. Por último, cocinarla al vapor, para evitar el contacto con el agua caliente, o en el microondas (en un recipiente apto) ayudará a retener parte del olor.

Propiedades y usos de la coliflor

Aunque se puede encontrar durante todo el año, la coliflor es una verdura típica de invierno. La mejor época para consumirla es entre septiembre y enero. La parte comestible -inflorescencia- puede ser blanca, verde o violeta, entre otros colores, dependiendo de la especie y la época.

La coliflor está formada principalmente por agua. Tiene pocos carbohidratos y lípidos, pero mucha fibra y vitaminas, por lo que es un alimento ideal en dietas hipocalóricas. Contiene vitaminas del grupo B, vitamina K y, en especial, vitamina C (100 g. equivale al 50% de la cantidad diaria recomendada). Además es una gran fuente de potasio y folatos.

También es una verdura muy agradecida en la cocina. La coliflor puede ser protagonista total de un plato sencillo, saludable y original, o servir para elaborar una salsa o guarnición con un toque diferente. Lo fundamental es no cocer la coliflor en exceso para preservar sus nutrientes, textura y sabor.

A la hora de comprar la mejor coliflor, elige aquella con una masa firme, compacta y sin manchas. La puedes conservar en la nevera (alrededor de 10 días), o escaldar y congelar (hasta 12 meses) para usarla en tus recetas más adelante.