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Alimentación saludable

Lechuga fresca o envasada: una apuesta segura para tu alimentación

La lechuga es una apuesta segura a la hora de confeccionar un menú saludable. Además de ser un alimento nutritivo y bajo en calorías, existen muchas variedades (Iceberg, Batavia, Hoja de Roble, Romana, etc.) con las que podrás animar tus ensaladas o acompañamientos. 

Dependiendo de la variedad, su color puede ser verde intenso, amarillo, blanquecino o marrón rojizo. Están formadas por cientos -o incluso miles- de pequeñas flores. A veces se aprietan formando cogollos compactos. Su sabor es suave aunque los cogollos son algo más amargos.

La lechuga es una verdura cultivada en zonas templadas de todo el mundo, y también en invernaderos, por lo que se encuentra en los mercados durante todo el año.

Fresca o de bolsa, igual de segura

Hoy día se pueden encontrar en los supermercados una gran variedad de lechugas envasadas que son perfectamente seguras para su consumo siempre que no se exceda la caducidad. Una vez abiertas deben consumirse en un par de días como máximo.

El envasado se realiza mediante gases inertes que inactivan los gases producidos por el propio alimento, conservando así sus propiedades durante más tiempo. Es lo que se conoce como atmósfera modificada.

Debido a que su composición es prácticamente agua, es un producto muy perecedero. Debe conservarse en el frigorífico sin lavar hasta el momento de ser consumida, alejada de otras frutas o verduras que estén maduras y que puedan por tanto acelerar su deterioro.

Hidratante y vitaminada

Entre las principales propiedades de la lechuga destacan:

  • Bajo contenido energético: La lechuga es prácticamente agua, así que es un buen aliado para mantener una correcta hidratación, además de ayudar en el control del peso.
  • Rica en vitamina C y E: Una ración de 100 g. aporta un 15% de las necesidades diarias de vitamina C, importante en la absorción de hierro o el mantenimiento del sistema inmune. Por su parte, la vitamina E también realiza funciones antioxidantes, protegiéndonos de los radicales libres.
  • Alto contenido de ácido fólico: Este elemento participa en la producción de células sanguíneas, entre otras funciones. De hecho, una de las consecuencias del déficit de vitamina B9 es la anemia megaloblástica por déficit en la producción de glóbulos rojos y aumento de su tamaño.
  • Presencia de minerales: No es tan importante como en otras hortalizas o verduras. Sin embargo, cabe destacar la presencia de fósforo, calcio, hierro, y sobre todo potasio, que es bueno para el funcionamiento de los músculos y el control de la tensión arterial.
  • Rica en fibra insoluble. La lechuga es rica en celulosa, que a veces resulta difícil de digerir. Un truco para no prescindir de las ensaladas: prueba a sustituir la lechuga por berros, canónigos o rúcula –en especial por la noche-, o deja la ensalada para mediodía.
  Rocío Narbaiza: Farmacéutica & Nutricionista