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Celebrar la Navidad con producto local

Harina, azúcar, manteca... y nada más

La historia de los polvorones del horno de Pitillas es una historia de amor. Leoncio Anaut se enamoró de una joven de Pitillas, Navarra, en 1939. Pronto sus padres recibieron la visita del joven Anaut para pedir su mano. A la vez que los jóvenes se casaban, nacía el horno de pan de Pitillas.

Comenzó entonces la historia de la empresa que hoy regenta Berta Anaut, nieta de Leoncio, que continúa y vive con auténtica pasión el legado de su abuelo. Lo que hoy es una marca conocida por sus madalenas y polvorones, comenzó siendo un horno de pan. En él, durante el día horneaban el pan y a la tarde aprovechaban el calor que había que mantener en los antiguos hornos de leña para hornear pastas e incluso otras preparaciones y guisos o animales que les llevaban los vecinos de la localidad. Vendían sus panes y pastas en la panadería y los repartían con un remolque en los pueblos colindantes.

"Consumir local es una cuestión de responsabilidad"

La tradición continuó con el padre de Berta. ‘En mi casa nunca ha habido separación entre el horno -el trabajoy la casa, -la vida familiar-; vivíamos en la parte de arriba del obrador, la casa del piso de arriba y cuando era pequeña recuerdo jugar en el horno mientras mi padre trabajaba’. Y también fue evolucionando poco a poco, ‘cuando yo era muy pequeña, decidió dedicarse solo a las pastas, entre ellas, los polvorones’.

Ella conserva de sus abuelos y su padre no solo la tradición y las recetas, sino la filosofía: ‘mi padre siempre se levantaba para hacerlo mejor que el día anterior, para que sus madalenas y polvorones fueran mejores que los del día anterior. “Hija, si no te levantas con esa ilusión, no va a funcionar”, me decía’. Berta ha continuado la tradición familiar, primero en el mismo obrador donde su abuelo comenzó todo y desde 2016, en unas instalaciones más adecuadas a la producción que tienen, a las afueras de Tafalla (Navarra).

"Con BM Supermercados encajamos de manera natural. Nuestras filosofías son muy parecidas"

Sus productos, madalenas, polvorones y rosquillas se pueden encontrar en todos los BM supermercados de Navarra y País Vasco y cada vez más en el resto de zonas. Para los Anaut es muy importante que su producto se venda en sitios donde lo traten con respeto y donde valoren su calidad y cercanía: ‘BM hace una apuesta clara y muy fuerte por el producto local y de calidad, eso para nosotros es importante, cuando empezamos a colaborar encajamos de manera natural. Nuestras filosofías son muy parecidas’.

En este sentido, BM Supermercados ayuda a que el producto de cercanía y de pequeños productores puedan llegar a las familias tanto como las grandes marcas. Se mantiene así no solo la economía de cada región, sino también la identidad de cada zona: ‘la identidad de los territorios se lo dan sus personas y tradiciones, y en el caso de la gastronomía es muy enriquecedor que se mantenga: es una cuestión de responsabilidad’.

Antonio Anaut Polvorones

Harina, azúcar, manteca… y nada más. En el mundo de los productos procesados, donde los reyes son los E-aditivos (conservantes, colorantes, estabilizantes, antiapelmazantes y demás ‘ingredientes’ no naturales) puede parecer imposible que una lista de ingredientes contenga solo esas tres cosas, pero no lo es. El envoltorio de los polvorones que salen del obrador Antonio Anaut reza ‘Ingredientes: harina de trigo, azúcar, manteca de cerdo y aroma de canela’. Y es que eso es lo único que hay en el almacén de ingredientes: sacos de harina, sacos de azúcar, bloques de manteca de cerdo (en el frigorífico) y paquetes de aroma natural de canela.

"Para nosotros lo más importante es mantener el sabor y los procesos, tanto como se pueda, tal y como lo hacía mi padre". La técnica minuciosa, el mimo con el que tratan el producto en cada paso y los ingredientes de primera calidad son la clave para ello.

Un polvorón tarda alrededor de dos días en estar finalizado. Desde que la harina comienza el proceso de deshidratado -eliminan prácticamente toda la humedad que hay naturalmente en la harina para conseguir una textura fina y sin imperfecciones y para evitar al máximo el crecimiento de microorganismos, que necesitan agua para vivir- hasta que los polvorones formados y envueltos entran en las bolsas donde se venderán, pasan entre 24 y 48 horas. ‘Igual que hay otros productos que una vez cocidos son muy resistentes, el polvorón es muy delicado, necesita sus tiempos y procesos y no se le puede someter a prisas.