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Baño o ducha: ¿qué es más limpio?

Puede parecer un extraño dilema, ya que en nuestro hábito local es la ducha diaria. Pero el debate sobre las ventajas e inconvenientes de ducharse o bañarse es más complejo de lo que parece, el resultado no está del todo claro y choca con algunos convencionalismos sociales.

Algunas encuestas parecen mostrar que en los países más fríos prefieren darse baños en menor número a lo largo de la semana y que en los países cálidos preferimos la ducha con más frecuencia. Parece cabal si tenemos en cuenta que el calor y el sudor son el entorno perfecto para la proliferación de bacterias que degradan algunas sustancias del sudor y liberan ese característico y desagradable olor de necesitar-una-ducha. En cambio, las bajas temperaturas de zonas más frías retrasan ese fenómeno, con lo que lavarse menos veces en regiones frescas no es sinónimo de falta de higiene.

Lavar más no siempre es cuidar mejor

No obstante, la piel es un órgano que nos protege de un sinfín de agresiones externas y lavarla no siempre es sinónimo de cuidarla. En general, las duchas muy calientes, con demasiado gel o jabón y con esponjas o paños abrasivos pueden diezmar la flora bacteriana ‘buena’ que habita en nuestra dermis. Para protegerla, es más recomendable espaciar los días de ducha o baño, elegir una temperatura del agua más bien fresca, usar menos productos de limpieza y solo en las zonas corporales con exceso de olor.

Por otro lado, si sufres alguna infección o úlcera seria en la piel, podrías ser recomendable que te duches, ya que el agua estancada de la bañera podría ayudar a extender la infección a otras zonas de tu piel (estudio).

Una decisión social

En general, los condicionantes geográficos, la época del año y las exigencias de la vida moderna acabarán por influir en nuestra decisión: si vives en una zona fría o durante temporadas de invierno, si no realizas esfuerzos que acentúen la sudoración o trabajas en un entorno bien ventilado, puedes reducir tu número de lavados semanales y optar por una bañera con agua más bien fría. En cambio, si es verano, vives en una zona calurosa, trabajas en un lugar cerrado o demasiado caldeado, o realizas un trabajo o un deporte físicamente demandante, quizá necesites las 12 duchas semanales que se dan los brasileños, por ejemplo, aunque quizá no sea lo mejor para tu piel.

A esto, claro, tendrás que añadir el cálculo medioambiental. En general, se acepta que una ducha gasta menos agua que un baño, pero esto puede variar en función de los hábitos del hogar o la región. Dos bañeras semanales pueden requerir menos agua que una ducha diaria, especialmente si compartes la bañera con tu pareja o con toda la familia, como es tradición en países como Japón.