BM NO ES LO MISMO

mparo Salmón García de los Salmones lleva más de 30 años dirigiendo la empresa familiar, y hay algo que tiene claro: ˝El entorno de la empresa tiene que ser próspero. Tiene que haber alegría, se tiene que generar riqueza… y una empresa local tiene, en la medida que pueda, que apoyar este objetivo˝. Es alguien que predica con el ejemplo: es una trabajadora nata que dirige el negocio familiar que inició con su hermano cuando sólo tenía 22 años y transmite alegría desde el momento que empieza a contar su historia. El restaurante se viste de viejas fotografías con mucha historia local. Se le iluminan los ojos y se ríe, especialmente, cuando recuerda los "tremendos" y duros primeros años de trabajo. La pareja de hermanos de la localidad cántabra de San Pedro de Rudagüera se lanzó a montar un restaurante con apenas 20 años. "El entorno de la empresa tiene que ser próspero, tiene que haber alegría" Con la ayuda de sus padres, que tenían una pequeña tienda de ultramarinos en la casona familiar, transformaron parte del edificio en un restaurante que causó sensación en muy poco tiempo: a finales de los 80 había pocos restaurantes elegantes en los pueblos pequeños y los hermanos Salmón aprovecharon este nicho. Abrieron entonces el restaurante "La Ermita 1826" . Su casona familiar (que primero fue tienda de ultramarinos y luego restaurante) fue construida sobre una pequeña ermita de 1826, de ahí el nombre de sus negocios. Años después se lanzaron a abrir otro restaurante y un servicio de catering. Su hermano pequeño, Ramón, se unió durante este proceso. La empresa fue transformándose y creciendo de manera muy natural: "a raíz de tener el catering y preparar formatos preparados, de fácil terminación y transporte, nos empezamos a fijar en los lineales de supermercado. Empezamos a ver qué se vendía, qué había… y vimos empresas muy especializadas: cárnicas, lácteos… pero nos sorprendió que no hubiera nadie que viniese de la hostelería… y pensamos “¿por qué no”?". Y así nace La Ermita Cantabria , para ofrecer en tienda todo lo que se prepara en la cocina de los restaurantes. "Por eso nuestra oferta es tan amplia, porque es lo que podemos encontrar en la cocina de un restaurante: platos de cuchara, postres como natillas, flan… etc.". Cuando Amparo habla de "como en un restaurante" se refiere a exactamente igual: "teníamos muy claro que nuestro producto tenía que saber a cocina: sin conservantes ni saborizantes artificiales". Por eso los productos de La Ermita tienen que ser conservados en frío y tienen unos tiempos de consumo más cortos que otros productos procesados. El proyecto que empezaron Amparo y sus hermanos en los años 80 sigue creciendo manteniendo sus valores. Generan empleo, utilizan ingredientes locales en gran medida, mantienen la tradición de las recetas y de los procesos artesanales y apuestan por lo local, por lo cercano, por promocionar los eventos culturales de su comarca y por patrocinar el deporte local, "participamos en la vida local de los pueblos donde vivimos y donde tenemos la fábrica, patrocinamos al equipo de bolos de Casar de Periego, y gran parte de nuestro suministro viene de las huertas cercanas: por ejemplo, el agricultor que nos cultiva las berzas para el cocido es un vecino y el marido de una de nuestras empleadas". Todo se queda en casa. Por eso congeniaron en su momento tan bien con BM Supermercados , porque la filosofía es la misma, porque lo local tiene una importancia vital. "Participamos en la vida local de los pueblos donde vivimos y donde tenemos la fábrica" Las recetas de toda la vida. Las recetas de La Ermita son caseras, Amparo habla con especial cariño de sus clásicos: el arroz con leche se sigue haciendo como lo hacían mi madre y mi abuela, es lo que hemos comido en casa toda la vida". Y por eso siguen haciendo sus platos como lo cocinaban en la casona donde crecieron. Aunque ahora lo elaboren en una fábrica y no en una cocina de casa, en La Ermita tienen una cosa muy clara: hay que ir avanzando con el tiempo, pero siempre respetando lo que hacen, las recetas, los tiempos y el cariño que le ponen a cada una de sus elaboraciones. "Todo lo que no comprenda un valor añadido por hacerlo a mano, se puede hacer a máquina, como puede ser el proceso de etiquetado. Ahora, si el resultado sufre lo más mínimo por usar una máquina, hay que seguir haciéndolo a mano’". Pone como ejemplo su postre favorito: la Delicatessen de limón, para la que usan grandes cantidades de limón que pelan a mano. "No se consigue el mismo resultado que cuando es una máquina la que retira las pieles, porque incluye la parte blanca de la piel, que resulta amarga". A 21

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